dimarts, d’abril 03, 2007


LUX MUNDI
Existe desde hace casi 30 años una parroquia humilde en el barrio de Entrevías (Vallecas) llamada San Carlos Borromeo. En ella, sus tres sacerdotes -uno de ellos es el histórico Enrique de Castro, el cura rojo- trabajan con la población excluida socialmente y acogen en sus casas a ex presidiarios, drogadictos, inmigrantes o chavales de la calle. No le cierran la puerta a nadie.

Hasta ahí, sin problemas, según el arzobispado de Madrid. Pero es que los curas también dan misa vestidos en ropa de calle; admiten ateos y musulmanes; y en la eucaristía, en vez de hostias, reparten rosquillas. Y por eso, por no ajustarse a la doctrina de la Iglesia en cuanto a la liturgia se refiere, al arzobispo de Madrid, el cardenal Antonio Rouco Varela, In nomine Dei, ha comunicado a los tres sacerdotes que tienen que cerrar la parroquia y que se busquen otro destino.